El primer trimestre del 2019 muestra una realidad consolidada de un mercado del empleo presidido por la precariedad, la rotación (trabajo/desempleo), el incremento de los contratos indefinidos (cuya antigüedad es menor de 2 meses) que luego no se consolidarán, y las mayores cuotas de desigualdad que, como siempre, le corresponden a las mujeres: menos empleadas y menos activas (ocupadas) que los hombres.


Cualesquiera de los datos estadísticos, desempleo, con incremento de casi 50.000 personas más, especialmente mujeres; disminución de la contratación temporal, situándose el número de personas asalariadas con contratos temporales en 4.233.700, así, la tasa de temporalidad (la proporción de personas asalariadas con un contrato temporal sobre el total) cae al 25,9%; incremento de 89.900 con contratos indefinidos – hasta situarse en 12.124.000 personas empleadas.


Cualesquiera de los datos estadísticos, desempleo, con incremento de casi 50.000 personas más, especialmente mujeres; disminución de la contratación temporal, situándose el número de personas asalariadas con contratos temporales en 4.233.700, así, la tasa de temporalidad (la proporción de personas asalariadas con un contrato temporal sobre el total) cae al 25,9%; incremento de 89.900 con contratos indefinidos – hasta situarse en 12.124.000 personas empleadas.

Que los contratos indefinidos aumenten, por encima de los contratos temporales, no significa nada más que ambos contratos son igualmente precarios y volátiles: bajos salarios y facilidad para desprenderse de dichos contratos (fácil y barato despido), como consecuencia de la Reforma Laboral del 2012.

Así ha venido sucediéndose desde que entró en vigor la RL del 2012: de los más de 11 millones de contratos indefinidos entre 2012 y 2018, 3,4 millones no alcanzaron el año de duración y solamente 7,6 millones superaron al menos un año. El cuarto trimestre de 2018, según la EPA, muestra que solo el 63% de los contratos indefinidos firmados en ese año, se mantienen y, si nos retrotraemos a 2017, solamente se mantuvieron el 50%.

El tema del paro o desempleo (nunca voluntario), sí que es vergonzoso, por miserable, tanto por cómo lo presentan los políticos como por las estadísticas oficiales. El relato de ambos no hace sino esconder la realidad: el paro, el desempleo es muy superior al reflejado estadísticamente, con independencia que la “semana santa” haya caído o no en marzo.

Trabajadores y trabajadoras a tiempo parcial involuntario (que desearían trabajar con un sueldo completo), infra empleo –economía sumergida-; millones de horas semanales que no se abonan y que secuestran 74.000 empleos y los millones y millones de horas y el número de personas (mujeres de manera absolutamente mayoritaria) que trabajan en la esfera de la reproducción social (cuidados) y no cuentan en las estadísticas, y personas en edad de trabajar y en disposición de hacerlo que no figuran en las estadísticas.

En cuanto a la realidad no estadística, acerca del tipo estructural constituido del trabajo precario (salarios y costes laborales), nada se dice acerca de las empresas (cada vez más numerosas) que basan su modernidad y competitividad en la sobreexplotación de sus trabajadores y trabajadoras, obligándoles a realizar millones de horas, sin abonarlas, sin cotizar a la seguridad social ni al IRPF. Vamos, trabajo gratis, para hacer “Caja”. En muchas ocasiones, horas nocturnas robadas al sueño, bajo el epígrafe del “teletrabajo” o “conciliación familiar”.

Ésta es la realidad de la vida que nada tiene que ver con lo reflejado y relatado por las estadísticas y la clase política.


Fuente: Secretariado Permanente de Comité Confederal

EPA primer trimestre 2019: El ruido de la campaña política silencia la realidad de las clases asalariadas