Hoy, 4 de febrero se ha aprobado en el Consejo de Ministros la reducción de la jornada laboral a 37,5. Desde CGT apostamos por las 30 horas y aprovechamos esta decisión gubernamental (aunque hay que esperar la parlamentaria) para adjuntar nuestra propuesta de 30h y mencionar, especialmente, el punto 4 de esta campaña que comenzamos hace un año: 30 horas semanales sin reducción salarial. Trabajar menos para trabajar todxs Además, podéis volver a ver la sesión en donde se presentó esta iniciativa
4.Reducción de jornada sin reducción de salario. Justicia social y precariedad.
Si la disminución de la jornada laboral implica un recorte en el salario de los/las trabajadores/as no se puede hablar de semana laboral de 32 horas sino de una mera reducción de jornada convirtiéndose en un mecanismo de flexibilidad interna de la empresa.
El empleo adicional sería precario, derivando la búsqueda de segundos empleos para complementar los ingresos y perjudicando aún más al tiempo libre y la presión hacia el planeta.
El mantenimiento de los salarios se justificaría con las ganancias de productividad que esta medida conlleva y a efectos de justicia redistributiva.
Los márgenes de pobreza vinculados al mercado laboral no dejan opción a la
disminución del del salario.
La creación adicional de puestos de trabajo convierte a esta medida en una herramienta útil para combatir la vulnerabilidad a la que están sometidas las personas desempleadas. En 2019 un 56% de las personas en desempleo se encontraban en riesgo de pobreza y exclusión.
Es por ello, que la generación de puestos de trabajo que derivará de esta medida será indispensable para eliminar ese círculo vicioso que tanto sufre la clase trabajadora.
Nuestro caballo de Troya debe ser la justificación, no solo por una cuestión de justicia social, sino también de eficiencia económica y productividad laboral como resultado de una mejor salud física y mental de los trabajadores y las trabajadoras.
Por otra parte, existe una deuda histórica del capital con la clase obrera, incluso dentro de los parámetros capitalistas. La productividad, aunque lleva dos décadas con un crecimiento muy bajo, se ha disparado desde la la generalización de la jornada de 40 horas semanales, y esto implica que los rendimientos no han revertido en una reducción de las obligaciones de las trabajadoras, sino en un crecimiento del capital.
Por lo tanto, es hora de cobrarse la deuda reduciendo las horas trabajadas para ganarse la vida.
La reducción de la jornada laboral aun pudiendo tener un efecto positivo en la transformación de la cultura de consumo, necesita ir acompañada de otras luchas y reivindicaciones. Se exigen cambios estructurales de mayor calado, como un cambio de sistema productivo, educación en valores eco-sociales, la construcción de alternativas al sistema capitalista, etc.
