Los medios de comunicación vuelven a hacernos creer, tras la 2ª vuelta electoral de las legislativas francesas, que se ha frenado a la extrema derecha en las urnas. El mismo “final feliz” para contentar a quienes continúan creyendo que el circo electoral tiene algo que ver con la realidad de la mayoría social.

Cada vez que se organiza una nueva edición de la “fiesta de la democracia” no solo somos las mismas las que tenemos que pagar la resaca, sino que además asistimos con cierto entusiasmo a la “lucha” por el poder de una clase social contraria a los intereses de los trabajadores y las trabajadoras, confiando (quizás) en que también nosotras vamos a “beneficiarnos” de la posible victoria de la opción “menos mala”.

En el caso francés, la izquierda burguesa ha logrado en la segunda vuelta del pasado domingo 7 de julio, un mayor respaldo que la extrema derecha burguesa, y nos han hecho creer a golpe de titular que hemos “ganado” todos y todas. Pero la realidad es que –como logra retratar a la perfección José Luis Cuerda en una de las famosas escenas del largometraje ‘Amanece que no es poco’ (1989)-, “han ganado los mismos de siempre”. Y la situación para la gente más vulnerable, y para la clase trabajadora en general, no será diferente (o muy distinta de lo que ya lo es ahora). Como dicen los compañeros libertarios y anarquistas franceses, “el pasado domingo solo se logró salvar un conjunto de muebles de una casa en llamas”.

Esta idea nos hace reflexionar sobre uno de los debates de las últimas semanas, antes de la celebración de las elecciones de Francia. El avance de las ideas racistas y xenófobas, y en general de cualquier comportamiento reaccionario e intolerante, en el país galo. Es cierto que la extrema derecha no ha modulado sus discursos de odio, y que también han encontrado la colaboración en medios de comunicación para poder difundirlos. No obstante, este “problema” ya existía y estábamos viendo las consecuencias de su aceptación en la sociedad francesa.

Por eso decíamos hace días que la lucha tiene que ser constante y diaria, y no abandonarla o relajarla nada más que termina la cita electoral. Si el fascismo ha tenido facilidad para encontrar “huecos” por los que colarse en nuestros barrios, ciudades, escuelas, centros de trabajo, organizaciones sindicales y sociales, etc., es porque se les ha ido cediendo poco a poco esos espacios, y sus ideas se han ido implantando y haciéndose fuertes en el ideario de nuestra gente, entre muchas personas humildes y trabajadoras. Y esto también ha pasado y está pasando ahora en otros puntos de Europa, y del mundo. Insistimos desde CGT que nuestro futuro no puede confiársele a la burguesía

Y esto también ha pasado y está pasando en otros puntos de Europa y del mundo. Ya lo decíamos hace unos días: no podemos confiar nuestro futuro en quienes solo trabajan para salvar el suyo, porque la única trinchera que realmente logrará frenar siempre al fascismo será la organización (a todos los niveles) de la clase trabajadora.

 

Secretaría de Relaciones Internacionales de CGT

Francia “salva los muebles de una casa en llamas”