El Secretariado Permanente de CGT muestra su apoyo a las luchas en defensa de la naturaleza, por el territorio, contra el turismo desbocado y la gentrificación que se están celebrando en diferentes puntos del Estado como Canarias, Baleares, Madrid o Barcelona.
El pasado 25 de mayo en Palma de Mallorca más de 25.000 personas salieron a la calle bajo el lema “Mallorca no se vende”, la convocatoria se replicó además en numerosas ciudades y pueblos de Baleares como Alaior o Eivissa. Un éxito rotundo de manifestaciones que ponen en primer plano un problema del que se lleva avisando desde hace años: la política turística tanto en las Islas como en el conjunto del Estado español es insostenible. La potencialidad de una industria como la del turismo ha venido aparejada con una precariedad de las condiciones laborales y lo que es más grave con un deterioro habitacional y de vivienda descomunal. Un problema al que se enfrentan prácticamente todas las ciudades del Estado, toda vez que la libertad de mercado ha encarecido precios y generado una industria parasitaria como es la del alquiler turístico. De esa dejación de funciones en beneficio del capital, la principal afectada en nuestra sociedad es la clase obrera. A los innumerables desahucios y expulsiones de vecinas y vecinos de barrios populares, se ha sumado la desaparición progresiva de una parte del tejido social de los barrios y pueblos, el pequeño comercio se ha visto sustituido por las franquicias y con ello se ha tensionado la sociabilidad de los territorios, donde el comercio de cercanía va desapareciendo. Manifestaciones como la del pasado sábado en Palma, u otras como las realizadas el pasado 20 de abril con el lema “Canarias tiene un límite”, hace unos días en Barcelona y Donosti o próximamente en Madrid son un ejemplo del hartazgo ciudadano.
Creemos que esas convocatorias tienen relación directa con otras que se han producido estos días. El domingo en Palas de Rei (Lugo) más de 20.000 personas salieron en manifestación convocadas por la plataforma “Por unha Ulloa Viva” para manifestarse contra la macrocelulosa proyectada por Altri en esa localidad gallega. Las personas que se manifestaron lo hicieron contra la instalación de la fábrica de lyocell, una fibra vegetal extraída de árboles, principalmente de eucaliptos, que es altamente tóxica y contaminante. Un representante de la plataforma convocante señaló a los medios de comunicación: “Lo que pretenden es privatizar recursos y bienes que son de todos y todas nosotros para que se lucren cuatro y que sean aún más ricos”. En el comunicado además han añadido: “No es desarrollo, no es progreso: se llama expolio. Porque esta tierra es nuestra y no de las empresas especuladoras”. Un grito ecologista similar al que lanzan vecinas y vecinos del barrio de Lavapiés en Madrid para la manifestación que han convocado más de 40 organizaciones el próximo 1 de junio “contra la destrucción de los barrios”. Es este caso el “expolio” es urbano: “En los últimos años buena parte de nuestras vecinas han tenido que abandonar su barrio por la presencia de fondos buitres y especuladores que han comprado a su antojo viviendas y locales que han convertido en caramelos para turistas e inversores privados sin escrúpulos. Ha sido la permisividad y la desidia institucional la que ha generado un problema de fatídicas consecuencias”.
En ese sentido, el de la defensa del territorio, de las denuncias contra el expolio otro movimiento conecta con lo ocurrido en Baleares, Galicia o Madrid. La CGT y la Plataforma en Defensa del Tren Rural Andaluz (PETRA) han convocado tres jornadas reivindicativas que terminarán con una manifestación en Jaén el próximo 29 de junio con la que pedirán al gobierno la mejora de los servicios ferroviarios. La primera etapa de estas protestas irá desde Moreda hasta Cabra del Santo Cristo el 1 de junio; la segunda el día 15 desde Jódar hasta Linares-Baeza y las acciones terminarán, de momento, con una manifestación el 29 de junio, sábado, en Jaén capital. En su caso el foco está en la denuncia de la eliminación de las vías de comunicación rurales que genera un efecto de abandono y desatención en estos pueblos. Una lucha, la del ferrocarril más allá del tren de alta velocidad diseñado para conectar grandes ciudades, que es intrínseca a la concepción de movilidad y el desarrollo rural.
Para CGT todas estas luchas están conectadas y son fundamentales en el ciclo político en el que nos encontramos, donde el gobierno de una izquierda timorata que se niega a enfrentarse a los grandes tenedores de vivienda, convive perfectamente con las empresas y operaciones de fondos privados extractivistas que desmantelan servicios públicos o que hacen de la contaminación y destrucción del territorio su alternativa. Animamos a nuestra militancia y sindicatos a participar en todas y cada una de las manifestaciones que empujen en el sentido contrario al de la avaricia, la especulación y la destrucción de los tejidos sociales y los parajes naturales. En ese contexto de protestas locales múltiples y variadas, pero fuertemente conectadas con el deseo de una vida mejor, por último no queremos obviar una crítica a los grandes medios de comunicación que en muchos casos olvidan reseñar estos conflictos. Es desolador ver cómo los informativos ponen siempre el foco en las manifestaciones de odio o en los actos de los grandes partidos y olvidan lo que está pasando ya en muchos pueblos y ciudades: que la clase obrera estamos hartas de este capitalismo salvaje e inhumano. Basta ya de destrucción de la naturaleza, de turismo depredador, de expulsión de las vecinas y vecinos de sus pueblos y barrios. Que sepan los poderosos, sean de la izquierda meliflua o de la derecha extrema, que vamos a seguir denunciándolo cueste lo que cueste, porque nos va la vida en ello.