El lunes 19 de agosto fueron destituidos los alcaldes de las ciudades kurdas de Amed, Merdin y Wan, del HDP (Partido Democrático del Pueblo) que ha ganado las últimas elecciones, siguiendo instrucciones del Ministerio de Interior turco y sustituidos por funcionarios leales al régimen. Paralelamente a la destitución de los alcaldes, los tres municipios fueron sitiados por la policía y más de 400 personas fueron detenidas en decenas de ciudades de la región kurda.

Desde de la ruptura del proceso de paz en 2015, el Estado turco ha desarrollado una política de represión con la proclamación del Estado de excepción, la prohibición de la libertad de expresión y el derecho de asociación, redadas y detenciones de centenares de activistas, políticos y periodistas.

Desde de la ruptura del proceso de paz en 2015, el Estado turco ha desarrollado una política de represión con la proclamación del Estado de excepción, la prohibición de la libertad de expresión y el derecho de asociación, redadas y detenciones de centenares de activistas, políticos y periodistas.

Este nuevo ataque supone un nuevo golpe de represión política que rompe con el espíritu de diálogo y negociación que Leyla Guven y 7.000 presas y activistas transmitieron con su huelga de hambre de 200 días. Según el HDP «el Gobierno ha perdido la legitimidad democrática», «la población no aceptará esta acción y apoyará los representantes que ha escogido así como al HDP». Desde entonces se han sucedido continuas acciones de protesta, en zonas kurdas, pero también en las principales ciudades turcas y europeas. En Turquía protestas como las sentadas ante los ayuntamientos han sido duramente reprimidas.

Esto coincide con un repunte de los ataques militares turcos a Basur (Kurdistán de Iraq), en zonas donde reside la guerrilla del PKK pero también en aldeas y zonas civiles, así como las amenazas y movilización militar en la frontera con Rojava (Kurdistán de Siria).

Un Estado no puede anular la voluntad de un pueblo, ni silenciar un proyecto político que se expresa a través de comunas, cooperativas, academias, y que está siendo construido y defendido día a día por personas trabajadoras, jóvenes, mujeres… Cada vez más gente se está uniendo al movimiento de liberación kurdo y para acabar con el régimen de Erdogan, a la vez que crece también la solidaridad internacional contra el fascismo turco y para la defensa de una revolución basada en el Confederalismo Democrático que apuesta por la democracia directa, la autogestión, la liberación de la mujer y la protección de la naturaleza.

Es por ello que desde CGT nos sumamos a la llamada contra la suspensión de alcaldes democráticos en el Kurdistán de Turquía. Acabemos con el fascismo turco.

Por una Turquía democrática, por la paz en Kurdistán y un futuro seguro para la revolución en Rojava!


Fuente: Secretariado Permanente Comité Confederal de la CGT

¡Por una Turquía democrática, por la paz en Kurdistán y un futuro seguro para la revolución en Rojava!