La guerra de Ucrania ha hecho que el colapso del sistema económico se acelere reflejando su debilidad y la clase trabajadora es quien está asumiendo las consecuencias mientras las grandes fortunas, bancos, etc. siguen manteniendo su nivel de beneficios o incluso doblándolos. Estamos inmersos en un sistema económico con fecha de caducidad.
En paralelo, estamos siendo testigos de un ataque masivo contra los derechos y libertades con el objetivo de que la mayoría de la población, tratada como meras máquinas de producción, no tenga la posibilidad de revelarse contra este imperio de la economía que hace que la vida sea menos vivible.
La escalada de precios de los alimentos hace que algunos sean inaccesibles para gran parte de la población empobrecida. Muchos hogares no pueden pagar los suministros energéticos básicos. La privatización de los servicios públicos conlleva recortes con el objetivo de hacerlos ineficaces para su función y con la consecuencia de dejar descuidadas las bases de una sociedad crítica y fuerte: la Educación, con aulas masificadas y falta de recursos; y la Sanidad, con sus listas de espera que darían la vuelta al Estado, son sólo dos ejemplos. Vemos diariamente cómo familias son desahuciadas de sus hogares o cómo muchas personas no tienen siquiera de acceder a una vivienda digna.
Las condiciones laborales empeoran: aumento de la edad de jubilación o del período de cálculo de la prestación, una “reforma laboral” que empeora la situación en aquellos sectores más precarizados y feminizados: la tasa de desempleo ha crecido ( EPA del mes de noviembre) un 12,67%, siendo el país con el paro más elevado de toda la UE. Nos preocupa y mucho la realidad que sufren más de medio millón de hogares que siguen sin percibir ningún ingreso y que, por falta de recursos e instrumentos, quedan excluidos de la sociedad.
No podemos aceptar que un Gobierno llamado de izquierdas recurra sistemáticamente a la política de ayudas mostrando su cobardía y complicidad con las élites y no plantee una verdadera política de equidad y reparto de la riqueza.
No podemos mantener el silencio ni apoyar el llamamiento a una paz social pactada por “algunos” con el Gobierno. La CGT entiende que es el momento de unificar las luchas y empezar a darle la vuelta a todo el maltrato que sufre la clase trabajadora día a día.
Contra la subida asfixiante de precios y la pérdida del poder adquisitivo.