Muchas y muchos nos preguntamos que es la intervención social. Consiste en un servicio que actúa de una forma planificada con personas que tienen problemáticas sociales de diferentes características (discapacidades, drogodependencias…) en gran parte consecuencia de un sistema basado en desigualdades, competencias y cada día más mecanizado y superficial, y por ello menos humano.

Los mismos adjetivos se están reflejando en la perspectiva y tendencia de trabajo y desarrollo en este sector, es decir, el mercantilismo de la intervención social, con lo que los servicios sociales y ONG´s, bajo la cortina de humo de la “modernización” comienzan a venderse al mejor postor. Esta mercantilización que dirige el futuro de este sector desde hace años ha hecho crecer enormemente el nacimiento de ONG´s, Fundaciones, empresas, contratas… Evidentemente con gran afán lucrativo. Por lo tanto también se crea la necesidad de profesionales del sector e la intervención social : educadoras/es, trabajadoras/es sociales, psicólogas/os, animadoras/es, integradoras/es…

¿Como convergen estos dos crecimientos ? Pues de un modo muy simple : a peores condiciones laborales mayores ganancias para estas organizaciones. Y relacionando este punto con el mercantilismo imperante, esta realidad cada día va a mayores, pues tiende a reflejarse en medios existentes para servir a la población atendida.

Los servicios que prestan estas ONG´s, Fundaciones, contratas, etc., pierden su sentido como público y universal debido a las políticas económicas y sociales que aplican, pues los intereses de los promotores de estas tendencias justifican estas con sus cuentas de resultados, que importan mucho más que la calidad del servicio prestado.

En este punto encontramos a profesionales con un compromiso, preparación y deseos de realizar un trabajo digno. Estos profesionales chocan constantemente con la realidad mercantilista : falta de medios, condiciones laborales vergonzosas… Con influencia directa en el servicio prestado, convirtiéndose en marionetas sin herramientas para trabajar. El enriquecimiento de estas organizaciones es consecuencia del despotismo del capital y el desinterés ante un servicio tan importante, público y universal como la educación y la sanidad entre otros. Esta situación se da por la irresponsabilidad de las administraciones públicas. Irresponsabilidad por la externalización de servicios y proyectos sociales, por vender al mejor postor la gestión de los mismos.

La externalización de la gestión de los proyectos y servicios sociales ha producido muchísimos beneficios y el crecimiento del sector de la intervención social de una forma irregular, desproporcionada, despótica para las y los profesionales de este sector y para las poblaciones usuarias de estos servicios.

La gran mayoría de las personas que trabajan en la intervención social estudian, se preparan para tener los conocimientos adecuados para actuar, facilitar, apoyar… Profesionalmente. Y este deseo de ayudar comienza a convertirse en la herramienta de muchas organizaciones para manipular en ocasiones a estos trabajadores/as. Y para conseguir “mano de obra barata… gratuita” : Voluntarios.

Voluntarios/as que por diferentes motivos y objetivos deciden colaborar con una organización o, en la mayoría de los casos, con personas con problemáticas sociales. Estas personas se merecen el respeto y la valoración de sus acciones desinteresadas, pero cuando estas personas voluntarias son utilizadas por organizaciones mercantiles para abaratar costes… ¿Dónde esta la calidad del servicio ? Estas personas no tienen la preparación necesaria, y si la tienen ¿no sería lógico que recibieran una retribución por dicho trabajo ? El mercantilismo no entiende de lógica ni de razón, sólo de avaricia y ambiciones.

Ante esta situación triste, dolorosa e injusta para este sector tan infravalorado, el de la intervención social, debemos buscar alternativas. Debemos exigir calidad, gestión pública y universalización del servicio.

Nuestras alternativas deben pasar por la organización de la población profesional del sector que creemos en otra forma de realizar nuestro trabajo, personas que defienden este sector como un servicio público y con la calidad como objetivo fundamental.

Hay alternativas y debemos seguir construyendo, regularizando lo más dignamente el sector de la intervención social, exigiendo en los servicios prestados derechos, medios y calidad en el servicio, denunciando hechos y actuaciones injustas en los diferentes proyectos sociales.

Organizarnos, crear debate, exigir responsabilidades a quien corresponda. Obligar a las Administraciones Públicas a dar la cara, pues esta mercantilización y externalización de los servicios y proyectos sociales no deja de ser otra forma de dominación del capital. Asociarnos y actuar de forma conjunta, entendiéndonos y promoviendo unos servicios sociales como lo que queremos que sean.

Las problemáticas que se atienden en la intervención social son de todos y todas, debido a su enraizamiento sistémico y social. Estos servicios los pueden y deben usar cualquier persona y así debemos entenderlo. La gestión privada tapona la búsqueda de una solución real y dificulta el desarrollo de un servicio de calidad, puesto que antepone los intereses económicos a los humanos.

Por unos servicios sociales públicos, de calidad y universales.


Fuente: Secretariado Permanente del Comité Confederal de la CGT