De Washington, en noviembre del 2008, los poderosos del mundo (G-20+2) sacaron unas conclusiones claras : más controles por parte de los zorros –FMI, BM, OMC y Bancos Centrales- sobre las “gallinas” de los productos financieros, para que todo sigua igual, además de reforzar las medidas más liberalizadoras comerciales, es decir, que a través de la OMC, las economías y gobiernos dominantes, EEUU, UE, Japón, Canadá, China, India y en parte Brasil, sigan con sus intercambios comerciales absolutamente desiguales y continúen esquilmando los recursos energéticos, económicos y sociales del resto de países.
Para llegar a Londres, 2 de abril 2009, los poderosos del mundo (G-20 +2), han puesto a disposición del sector financiero privado, fundamentalmente, más de 4 billones de euros, de dineros públicos. Han permitido, consentido y ejecutado, que las grandes multinacionales se lleven por delante más de un millón de puestos de trabajo : las finanzas más de 250.000 despedidos ; las farmacéuticas cerca de 40.000 ; las industrias de informática, tecnológicas y telecomunicaciones más de 180.000 despidos ; la automoción cerca de 200.000 y los que vendrán ; aceros, manufacturas, distribución, minería, electrónica, líneas aéreas, otros, suman en total otras 500.000 personas desahuciadas.
La OIT estima que en el 2009, otros 38 millones de trabajadores, engrosarán el desempleo, colocando la cifra de parados a niveles mundiales en el 7% de la población activa mundial, es decir, en torno a 250 millones de personas desocupadas.
Cualquier reunión a niveles mundiales, de los poderosos, bien bajo las siglas del G-8, del G-10, del G-20, bien de sus estructuras retóricas, FAO, OCDE, NNUU, bien sobre el hambre, el clima, la energía, el sida, etc., etc., no dejan al mundo peor de lo que estaba en cada uno de los problemas globales que abordan, lo cual, a poco que se lo propongan, seguro lo consiguen. Lo que si dejan es a millones de personas con hambre, con pandemias, con desastres ecológicos, y es aún más desesperanzador para quienes confíen en la retórica huera y vacía de contenidos éticos en línea con la resolución de los problemas alimentarios de la población mundial, de las rentas y sus repartos, de las desigualdades.
Quienes manejan las ideas de que el libre comercio es la condición del desarrollo y, por lo tanto, la solución a los problemas de varios cientos de países del Sur y de millones de seres humanos de los países del Norte, sustentan una lógica interesada, la lógica del beneficio y las tasas de ganancia de varias centenas de Multinacionales mundiales y sus dueños.
Las políticas de ajuste estructural y liberalización de los mercados de países empobrecidos, subdesarrollados o emergentes (según su lógica), llevadas a efecto por los “zorros” internacionales –FMI, BM,OMC,etc.-, en la década de los finales de los 80 hasta finales del siglo XX, en toda América Central y América del Sur, además de en otras zonas del planeta, como “remedios” para impulsar su desarrollo, no sirvieron sino para empobrecer a millones de personas, descohesionar sus sociedades, incrementar las desigualdades, esquilmarles sus recursos y hacerlos aún más dependientes de las economías del Norte (la famosa deuda).
El capitalismo de un moralista como Adam Smith, consideraba que la búsqueda del beneficio privado, individual, dejando actuar al mercado de manera absolutamente libre (el “laisser fair” o, dicho a su manera, la autorregulación) conseguiría la felicidad para todos. Pues bien, esta “mano invisible” ha resultado ser un “írseles las manos” hasta el riesgo de amenazar el capitalismo desarrollado, amén de cargarse el planeta con este modelo de desarrollo, progreso y consumo. Y las prácticas siguen en la misma línea suicida para la mayoría de la población mundial.
Los planes de rescate, las medidas políticas salvadoras del capitalismo, confirman el nulo interés que tienen en “salvar” a la gente y al planeta.
Las salidas son concretas y no hay otras dentro del modelo : transferencias de las rentas (escasas) de la mayoría social (asalariados, clases medias, campesinos, tierra, recursos, etc.) a la minoría que sustenta el dominio (capital financiero, multinacionales, ejecutivos, etc.). Es un sistema perverso y salvaje, a la vez que racional (racionalidad económica), basado en el más rancio individualismo metodológico.
Estas políticas explicitadas en las medidas que los gobiernos del mundo están imponiendo, de manera absolutamente antidemocrática (ni siquiera se consulta, se debate…), cómo utilizar más de 4 billones de euros (a niveles planetarios) para mantener el “chiringuito” financiero multinacional, es decir el capitalismo.
¿Qué hacer para que los poderosos dejen de hacer tamañas barbaridades ? Desde CGT consideramos que o los millones, miles, de trabajadores y explotados y esquilmados y desahuciados que habitamos este planeta, nos echamos a la calle e imponemos otro modelo social basado en lo suficiente para todos y todas, o la barbarie será caótica aún en grados superiores.
Otro mundo, otras relaciones sociales son posibles a condición de que las exijamos con la fuerza de la razón y la razón de la fuerza social.