Cinco años después de la llamada “crisis de los refugiados” y casi cuatro años después del acuerdo entre la UE y Turquía, estamos presenciando una vez más la violencia causada por las políticas de migración centradas en la seguridad.

Desde el jueves pasado (27.02.2020), miles de personas se han desplazado hacia la frontera entre Turquía y Grecia tras el anuncio de que los migrantes que desean llegar a Europa ya no serán detenidos en el lado turco. El anuncio de los funcionarios del gobierno turco se produjo después de la muerte de 33 soldados turcos en el área de Idlib, donde la escalada del conflicto ha visto aumentar rápidamente el número de muertos civiles cada día, con ataques descarados hacia infraestructuras básicas e instalaciones sanitarias. El gobierno turco mantiene cerradas sus fronteras con Siria sin importarle las consecuencias de empujar a miles de migrantes hacia las puertas de Europa, hacia un limbo.

Los migrantes y solicitantes de asilo de Siria, Afganistán, Pakistán y varios países africanos han estado llegando a las zonas fronterizas de Edirne, Çanakkale e Esmirna; algunos fueron conducidos allí por autobuses fletados por municipios, otros llegaron en taxis privados o caminando. En el área de Edirne, las autoridades turcas les permitieron avanzar a la zona fronteriza, pero las fuerzas policiales griegas les impidieron pasar con bombas de gas y de sonido. Al mismo tiempo, las autoridades turcas restringieron el acceso de periodistas y reporteros. Aquellos atrapados en la zona gris entre los dos estados, bajo fuertes lluvias y con escasos suministros de alimentos, han estado clamando por la apertura de las fronteras. Las autoridades les dijeron a algunos de los que llegaban a la frontera terrestre que cruzaran por mar a pesar de las peligrosas condiciones climáticas.

En Grecia, el escenario también está empeorando. Recientemente, el gobierno aprobó una nueva ley más estricta e inhumana que implica la detención al llegar al territorio griego para todos los nuevos solicitantes de asilo. En los últimos días, las comunidades locales en las islas de Chios y Lesbos se han enfrentado con la policía antidisturbios como protesta por el establecimiento de nuevos centros de detención. Bajo la carga de la llamada “crisis de los refugiados” tras el acuerdo entre la UE y Turquía, han estado protestando contra el deterioro de sus propias condiciones de vida y de las condiciones de vida de quienes buscan asilo allí. Sin embargo, la xenofobia y el racismo nunca han dejado de contaminar el discurso público. En reacción a los últimos acontecimientos, los funcionarios del gobierno griego han estado alimentando el odio y el miedo al difundir el mito de una invasión de “ilegales” a instancias de su país vecino.

La xenofobia, el racismo y su normalización deben ser contestados en todas partes, ya sea en Turquía, Grecia o en cualquier otro lugar. La instrumentalización de la vida de los migrantes, los solicitantes de asilo y los refugiados reducidos a una amenaza y moneda de cambio debe terminar, tanto en las campañas electorales nacionales como en las relaciones entre el gobierno turco y la UE. Las políticas de seguridad que empujan a miles de personas ya desplazadas a un limbo, y los regímenes fronterizos que causan el ciclo interminable de violencia contra ellos, deben cesar. Lo que exigimos es paz, derechos y libertades fundamentales para cada persona en movimiento.

Las fronteras están matando, ¡abre las fronteras!

¡Alto a la guerra contra refugiados y migrantes!

¡Solidaridad transnacional contra el racismo y la guerra!

Por un mundo libre sin fronteras, explotación y exilio.

http://www.laboursolidarity.org/Solidaridad-transnacional-contra?lang=es

¡Solidaridad transnacional contra el racismo y la guerra!